Nephilim

Los Nephilim son humanos con capacidades extraordinarias gracias a la sangre angelical que corre por sus venas, transmitida a través de generaciones. Este linaje celestial les otorga fuerza, resistencia y habilidades superiores a las de cualquier mortal, convirtiéndolos en los guardianes naturales de la humanidad. Su misión principal es proteger al mundo de las huestes oscuras que amenazan el equilibrio entre el bien y el mal. Para cumplir este propósito, muchos Nephilim forman parte de la Orden de Caballeros Santos del Vaticano, una institución sagrada dedicada a erradicar las fuerzas sobrenaturales malignas y mantener la paz en la Tierra.

Los Nephilim se distinguen fácilmente de los humanos por su apariencia sobrenatural y etérea. Su tez es blanca y pálida, mientras que su complexión delgada y estilizada les otorga una gracia innata. Su cabello, siempre blanco, resalta su conexión celestial, y sus ojos grises reflejan una profundidad enigmática que parece contener vestigios de su herencia angelical.

Un rasgo característico de los Nephilim son las runas que marcan sus cuerpos, grabadas con precisión para amplificar sus habilidades. En la antigüedad solían pintarlas y retocarlas constantemente, en tiempos modernos las tatúan. Estas inscripciones no solo representan su vínculo con las fuerzas divinas, sino que también son una herramienta esencial en su lucha contra las huestes oscuras.

Fases del desarrollo físico

Su longevidad es considerablemente superior a la de los humanos, con una esperanza de vida aproximada de 300 años. Sin embargo, su apariencia física no evoluciona de manera lineal, sino en etapas marcadas por la estabilización de su energía vital.

1. Nacimiento y crecimiento inicial (0 a 25 años): Los Nephilim nacen y crecen a un ritmo idéntico al de los humanos. Su desarrollo físico y mental es completamente normal hasta alcanzar los 25 años, donde su cuerpo entra en una fase de ralentización en el envejecimiento.
2. Estabilización juvenil (25 a 150 años): Desde los 25 hasta los 150 años, los Nephilim mantienen una apariencia física que se asemeja a un humano de 25 años. Durante esta etapa, su energía vital es máxima, reflejando la plenitud de su poder sobrenatural.
3. Madurez física (150 a 200 años): A partir de los 150 años, la apariencia física comienza a reflejar una mayor madurez, similar a la de un humano de 30 a 35 años. Aunque físicamente más maduros, siguen manteniendo una vitalidad excepcional y capacidades sobrehumanas.
4. Envejecimiento avanzado (200 a 250 años): Desde los 200 hasta los 250 aproximadamente, los Nephilim muestran signos más visibles de madurez física, alcanzando una apariencia semejante a los 45-55 años humanos. La regeneración y resistencia comienzan a disminuir lentamente, aunque siguen siendo formidables comparados con otras especies.
5. Declive final (250 a 300 años): Durante sus últimos 50 años de vida, el envejecimiento se acelera gradualmente. Su apariencia física refleja un envejecimiento cercano a los 70 años humanos, con una disminución notable de sus habilidades regenerativas y físicas. Finalmente, el cuerpo colapsa de forma natural cuando su energía vital se agota por completo.

Excepciones y factores sobrenaturales

Los Nephilim portadores de la Gracia del Ángel pueden extender su vitalidad y mantener una apariencia joven incluso más allá de los 250 años, aunque esto es extremadamente raro. Por otro lado, factores externos, como heridas graves o rituales mágicos, pueden acelerar el envejecimiento o alterar el curso natural de estas fases.

Cuando el mundo comenzó a ser consumido por la oscuridad debido a la proliferación de demonios, un ángel decidió intervenir tomando una forma corpórea. Su propósito era dotar a la humanidad de un medio para enfrentarse a esta amenaza creciente. Escogió a tres humanos de corazón puro y rectitud inquebrantable, compartiéndoles su poder y su sangre angelical. Estos tres elegidos se convirtieron en los primeros Nephilim, una nueva raza híbrida creada para combatir a las fuerzas oscuras. Recibieron la Gracia del Ángel, un don y objeto divino que amplificó sus habilidades humanas y los transformó en los protectores de la humanidad.

Con el paso de los años, estos primeros Nephilim, ya de edad avanzada, lograron mantener a raya a los demonios, pero comprendieron que necesitaban expandir su linaje para continuar con su misión. Al unirse con mujeres humanas, engendraron a los primeros descendientes Nephilim. Estos nuevos híbridos heredaron su sangre angelical y, al alcanzar la madurez, recibieron la Gracia transferida por los Nephilim originales, asegurando así la continuidad de su legado.

Sin embargo, no todos los primeros Nephilim siguieron este camino. Uno de ellos, al verse abrumado por el peso de su misión, decidió desertar. Rechazó su deber como Caballero Santo, desapareció y tomó un rumbo distinto. Con el tiempo, este desertor se convirtió en el Primer Inmortal, marcando una ruptura en la historia de los Nephilim.

Generación tras generación, los Nephilim han transmitido su Gracia y multiplicado su número, formando eventualmente el Vaticano y estableciendo la Orden de Caballeros Santos. Esta institución se convirtió en el centro de su misión divina: proteger la humanidad de las fuerzas oscuras y preservar el equilibrio entre la luz y la oscuridad.

En la actualidad, los Nephilim de todo el mundo operan como una organización unificada, con su sede principal en el Vaticano. Esta estructura centralizada refleja su propósito como guardianes de la humanidad y reguladores del equilibrio sobrenatural. La máxima autoridad espiritual y política de los Nephilim es el Papa, quien ostenta una de las dos Gracias del Ángel, un poder divino que simboliza su rol como guía moral y diplomático. Por otro lado, la máxima autoridad militar es el Paladín, portador de la otra Gracia del Ángel, encargado de liderar a la Orden de Caballeros Santos en sus campañas y de salvaguardar la misión sagrada de los Nephilim a través de la fuerza y la estrategia.

La estructura social de los Nephilim está profundamente jerarquizada y centralizada, reflejando su rol como líderes y guardianes del equilibrio entre lo humano y lo sobrenatural. En la cúspide se encuentra el Papa, máxima autoridad espiritual y política, encargado de supervisar tanto la Orden de Caballeros Santos como las relaciones con otras facciones. A nivel militar, el Paladín dirige a los Caballeros Santos, dividiendo su fuerza en jerarquías bien definidas, con caballeros y oficiales de rango inferior desempeñando roles tácticos y estratégicos. Por debajo de estas figuras principales están las Casas Nobles Nephilim, linajes históricos que contribuyen con recursos, guerreros y consejeros a la causa del Vaticano. Aunque la mayoría de los Nephilim operan dentro de esta estructura, algunos, especialmente en divisiones regionales como la Orden en América, adoptan enfoques más autónomos, lo que ocasionalmente genera tensiones dentro de su organización unificada.